A la amistad y la vida, con gratitud y amor incondicional

Hoy celebro la amistad, esa familia que elegimos, el vínculo que tantas veces resulta ser el más duradero de nuestras vidas. La amistad es ese espacio donde crecemos juntos, donde evolucionamos en compañía, aunque rara vez lo romantizamos como merece. A veces nos cuesta expresar que amamos a nuestros amigos, por miedo a que se malinterprete, pero nada más alejado de la realidad. La amistad es amor en su estado más puro, un vínculo que construimos y nutrimos constantemente, sin necesidad de fórmulas perfectas.

Desde mi experiencia, no hay una única manera de vivir la amistad. Cada relación es un reflejo único de nuestras vivencias, irrepetible como nuestras propias almas. Por eso, comparto estas reflexiones sin pretensión de verdad absoluta, porque cada uno teje sus lazos según lo que ha vivido y aprendido.

Hoy agradezco a los diferentes grupos de amigos que me han acompañado y a las amistades singulares que no encajan en ningún molde, esas conexiones únicas que trascienden los círculos.

• Gracias a los amigos que llegaron por la música, esa amante compartida que nos une en matices. A veces coincidimos en gustos; otras nos enriquecemos mutuamente, y en ocasiones simplemente no resonamos, pero el simple hecho de compartir ya es un regalo.

  
  

• Gracias a los amigos con quienes filosofamos, debatimos y expandimos nuestro conocimiento. Con ellos, puedo sentirme ignorante de todo y sabia en lo más esencial, en un vaivén constante de aprendizaje y humildad.

  
  

• Gracias a los amigos con quienes comparto cenas conscientes, donde el alimento y la compañía se disfrutan sin importar diferencias de raza, cultura o preferencias. En esos momentos, la calidad del cariño trasciende todo.

  
  

• Gracias a quienes me acompañan en la naturaleza, donde me siento inmensa y majestuosa como Gaia misma. Juntos, hemos explorado montañas, mares y rincones que nos reconectan con nuestra esencia más salvaje y sagrada.

  
  

• Gracias a los que comparten mi amor por los libros y la escritura, donde el intercambio es puro, sin comparaciones ni juicios, solo un deseo de cultivar juntos una conexión más profunda.

  
  

• Gracias a los conocidos que encuentro en una sala de baile, en un Ecstatic Dance donde nuestras almas se entrelazan en movimiento. En ese espacio, la catarsis y la unión nos recuerdan que, aunque diferentes, somos uno.

  
  

• Gracias a los amigos del camino espiritual, con quienes mi alma encuentra un hogar. Esos encuentros en retiros y ceremonias sagradas son guiados por el universo, y cada conexión se siente como predestinada.

  
  

• Gracias a los amigos más "aterrizados", aquellos que, desde su naturalidad, me dicen las verdades que necesito escuchar. Ellos me ayudan a crecer desde la honestidad más cruda y el amor más simple.

  
  

• Gracias a los amantes que se convirtieron en amigos, porque compartimos momentos sublimes que trascienden lo físico para quedarse como memorias de gratitud y conexión.

  
  

• Gracias a quienes me han herido, porque me permitieron ver mi sombra, aprender sobre responsabilidad y encontrar el equilibrio entre nuestras perspectivas.

  
  

• Gracias a mi familia, el primer núcleo que me enseñó el contraste y la riqueza de ser diferente. Ser la oveja negra es un regalo: trae luz donde antes solo había oscuridad.

  
  

• Gracias a mí misma, en esta dimensión y en todas las paralelas, por seguir aprendiendo y construyendo mi sabiduría.

  
  

• Gracias a las injusticias y los actos de bondad, que me muestran las dualidades del universo. Sin tormentas no hay paz, y cada contraste nos impulsa a evolucionar.

  
  

• Gracias a la consciencia, por elegir estas batallas antes de reencarnar, confiando en que todo tiene un propósito mayor.

  
  

• Gracias por esta vida rica, única e incomparable.Amor para mí, para ti y para el mundo entero.

Con gratitud infinita,

NatyMendz