El Camino hacia la Verdad Interior
- Natalia Mendez Garzon
- 25 nov 2024
- 2 Min. de lectura

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En la segunda carta de Cartas de un Yogui Peregrino, Soma nos recuerda que el camino hacia la conexión con lo divino —o con nuestra esencia más auténtica— requiere atravesar tres grandes obstáculos: la falta de fe, el egoísmo y la inseguridad. Estos retos, aunque siempre han estado presentes en la experiencia humana, parecen haberse intensificado en el mundo actual, donde las dinámicas sociales y culturales a menudo nos empujan lejos de la simplicidad y el silencio necesarios para el encuentro con nuestra verdad.
La falta de fe, en este contexto, no se limita a un ámbito religioso, sino que se manifiesta como una desconexión con la vida misma, con su propósito y flujo natural. En una era en la que se prioriza lo tangible y lo inmediato, confiar en lo intangible —en el ritmo orgánico de la existencia, en las pausas necesarias— puede parecer un acto de vulnerabilidad. Sin embargo, esta fe es el puente que nos lleva más allá de nuestras dudas hacia un espacio de paz interior.
El egoísmo, por su parte, se presenta como una trampa en un mundo que valora tanto el "yo" y el "logro personal". A menudo nos encontramos atrapados en un deseo constante de más: más éxito, más reconocimiento, más posesiones. Este deseo perpetuo de acumular, que a menudo nace del miedo a no ser suficientes, nos aleja de la conexión con los demás, con la naturaleza y con nosotros mismos. Soma nos invita a salir de esta visión limitada y a comprender que nuestra mayor realización proviene de dar, de servir, y de unirnos al todo con humildad.
La inseguridad, finalmente, es el resultado de vivir en un estado de desconexión con nuestro ser interior. En una sociedad que nos empuja a definirnos por roles y etiquetas, olvidamos que nuestra verdadera fortaleza no reside en lo que hacemos o poseemos, sino en quienes somos en nuestra esencia. Cultivar esta seguridad interior, basada en el amor y la aceptación de lo que somos, es un acto revolucionario de confianza en la vida.
Soma nos propone un camino simple, aunque no fácil: experimentar, soltar miedos y abrazar el caos con una sonrisa. En el mundo actual, donde a menudo luchamos por controlar cada aspecto de nuestra existencia, esto puede parecer contradictorio. Pero es precisamente en esa rendición amorosa, en la capacidad de encontrar serenidad incluso en medio del caos, donde reside nuestra mayor oportunidad de crecer y transformar nuestra relación con la vida.
El mensaje de esta carta es claro y profundo: el orden exterior solo será un reflejo de nuestra paz interior. Si queremos ver un mundo más amoroso y en armonía, debemos primero aprender a habitar esa misma paz en nosotros. Que este recordatorio dulce y esperanzador sea una invitación para caminar, paso a paso, hacia el Gran Corazón que todos compartimos.
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