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El Secreto del Buen Sexo: Amor Propio, Conexión y Libertad

  • Foto del escritor: Natalia Mendez Garzon
    Natalia Mendez Garzon
  • 25 dic 2024
  • 3 Min. de lectura

El amor y el sexo, dos conceptos que la sociedad nos ha enseñado a separar o malinterpretar. Nos dicen que el amor no siempre está atado al sexo, pero en realidad, esta idea suele ser la mentira más grande del mundo. Lo que sucede es que nos hemos perdido en los constructos sociales, en las etiquetas y en los roles que nos imponen desde siempre.


La clave principal para disfrutar de un buen sexo, ya sea individual o en pareja, está en el amor que cultivamos en nosotros mismos. La sociedad nos ha educado para pensar que el buen sexo depende de encontrar a la pareja ideal, el amante perfecto o nuestra famosa "media naranja". Pero amigos y amigas, esto es un error. El mejor sexo, y la base para entender nuestra energía vital y sexual como algo sagrado, comienza con el amor propio.


Ese amor que cultivamos a través de pequeños actos diarios: hablarnos bonito con afirmaciones, disfrutar la primera ducha del día como un ritual, despertar nuestro cuerpo con un poco de yoga, o simplemente ser conscientes del flujo de nuestra respiración. Porque, como es dentro, es fuera. Si cultivamos constantemente ese amor incondicional hacia nosotros mismos, el sexo se transforma. Se siente, se disfruta y se comparte de una manera diferente. Porque no solo se trata del cuerpo, sino del alma. Es ahí donde intuimos con quién compartir nuestra energía como un regalo de gozo, y desde qué fractal de conocimiento lo hacemos.


Nos liberamos de la ansiedad y de las expectativas externas, y aprendemos a comunicar nuestras necesidades y límites desde un lugar de honestidad y respeto. Nos damos permiso para explorar y disfrutar sin las cargas del pasado, sin las etiquetas de si follamos más o menos que el resto. Y es ahí, cuando soltamos las expectativas y vivimos el momento presente, donde realmente empezamos a cultivar una sexualidad sagrada.


No necesitamos que la pareja sea mejor o más evolucionada que nosotros, ni que comparta exactamente nuestras experiencias. Lo que necesitamos es que exista una igualdad en el cultivo interior, una afinidad que permita que esa conexión fluya de manera natural. La comunicación es clave: hablar sobre lo que nos gusta, lo que no, nuestros límites y nuestras expectativas. Pero siempre dejando espacio para que la energía fluya como una danza improvisada, curiosa y juguetona, donde los cuerpos se escuchen y se acompañen en un ritmo único.


El mejor regalo que podemos recibir es compartir desde la naturalidad, sin máscaras, entendiendo el espacio y el tiempo como algo sagrado. Donde los cinco sentidos sean protagonistas de este baile íntimo y trascendental. Liberarnos de las expectativas externas y de nuestras propias vivencias pasadas es fundamental. Dejar que cada encuentro, ya sea con nosotros mismos o con otro, se sienta como la primera vez. Esa entrega al momento presente es lo que transforma el sexo en una experiencia consciente y sagrada.


Si empezamos por comprender y trabajar en nuestro cuerpo físico, que es la forma más tangible de integrar la consciencia, nos será más fácil avanzar hacia el cultivo de nuestra energía sexual. Esta energía, más sutil y etérea, requiere práctica y paciencia para integrarse como un hábito en nuestra vida. Pero de eso te hablaré la próxima vez.


Feliz Navidad, y recuerda: el amor propio es el principio de todo.

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